Al abrir la puerta vio que era el cartero. Le firmó la entrega.
—¿Quién era, Osvaldo?
—Nadie cariño, —se escondió la carta— se han equivocado.
Aquella noche se la pasó escribiendo y corrigiendo: necesitaba aquellos diez mil euros, de lo contrario embargarían el barco donde vivían.
Cuando el jurado leyó su escrito; les pareció una obra maestra, el mejor de todos con diferencia.
***
El miembro más influyente del jurado les pasó una nota al resto:
«La sandalia en navidad no es buena para patear culos»
(Gana el que tenga este lema)
***
Toc, toc…
—Abra, policía.